miércoles, 21 de abril de 2010

La elección del Conquistador

Entonces Josué edificó un altar a Jehová Dios de Israel en el monte Ebal, como Moisés siervo de Jehová lo había mandado a los hijos de Israel... También escribió allí sobre las piedras una copia de la ley de Moisés, la cual escribió delante de los hijos de Israel. Josué 8:30-32

Sólo después de que Dios le entregó Hai al pueblo de Israel Josué llevó a cabo el mandato que Moisés había dictado antes de su muerte, poco después de dejar el Monte Horeb (Deut 27:1-8).
Moisés había dicho: Cuando hayas pasado el Jordán...(Deut 27:4) pues bien, ya habían pasado el Jordán y habían conquistado y hecho ruinas a Jericó con esa gran demostración de poder de Dios al derribar las murallas de la ciudad después de siete días de intenso tormento para esa ciudad anatema.
Pero pareciera que Josué no llevó a cabo el mandato de Moisés a cabalidad ya que solo lo cumplió después de haber tomado a Hai.

Hai es un vocablo hebreo que quiere decir "ruina", un nombre un poco extraño para una ciudad. Sin embargo, los nombres en la Biblia tienen un significado intencional. Parece ser que sólo hasta que Dios le dió al pueblo de Israel victoria sobre "la ruina" fué el tiempo apropiado en que sucedió la condición puesta por Dios a través de Moises "cuando hayas pasado para entrar en la tierra que Jehová tu Dios te da, tierra que fluye leche y miel, como Jehová el Dios de tus padres te ha dicho". (Deut 27:3).

Pero qué era aquello que debía cumplir Josué después de que Dios le diera victoria sobre la ruina para entrar a la conquista definitiva al otro lado del rio?
Debían edificar un altar a Dios de acuerdo a la ley de Moises, debían escribir claramente en las piedras del altar una copia de la ley de Moises y por último debían pararse seis tribus sobre el monte Ebal y seis sobre el monte Gerizim. Quienes estaban en el monte Gerizim tomarían juramento al pueblo recordándole la bendición de Jehová si cumplía y seguía los mandamientos y estatutos de la ley (Léase Bendiciones: Deuteronomio 28:1-15). Quienes se pararían en el monte Ebal declararían las maldiciones que Dios traería sobre quienes no escucharen y obedecieran las palabras de la ley (Maldiciones: Deu 28:15-65).
El cumplimiento de este mandato está consignado en Josué 8:30-35.

La palabra de Dios es clara en afirmar que todo lo que está escrito en el Antiguo Testamento sucede como ejemplo para nosotros, quienes vivimos en el final de esta era de la Gracia (1 Cor 10:11), ¿qué significa esto para nosotros hoy?.

Dios tiene una tierra prometida para su pueblo, es más que un sueño de bienestar y seguridad, es habitar en el reposo, el gozy y la paz del Espíritu Santo para ser testigos efectivos de Jesucristo y Apóstoles del Reino de Dios en la tierra.
Son buenas cosas las que hay en ese lugar a donde Dios te va a llevar. La tierra está ahí para conquistarla en guerra. Nadie dijo que la ibas a tomar sin antes haber derrotado a los enemigos que antes la poseían. Vas a derribar fortalezas, sacar el anatema y derrotar la ruina, y cuando todo esté listo para comenzar la verdadera conquista hacia el propósito de Dios deberás recordar las palabras de Dios, quien te dice:

"A los cielos y la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición: escoge pues la vida, porque vivas tú y tu simiente: Que ames á Jehová tu Dios, que oigas su voz, y te allegues á él; porque él es tu vida, y la longitud de tus días; á fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová á tus padres Abraham, Isaac, y Jacob, que les había de dar." Deu 30:19-20



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