viernes, 5 de noviembre de 2010

Jesucristo: Ayer, Hoy y siempre.


Jesucristo es un profeta principal para los musulmanes, aunque de menor importancia que Mahoma.
Los budistas lo consideran un hombre santo; Los historiadores seculares de su época lo describieron también como un hombre santo y en extremo notable;
Para los judíos mas radicales, incluso el nombre de Jesús tiene una connotación negativa.
Lo que todas estas corrientes religiosas y culturales tienen en común respecto a Jesús es que para ninguna de ellas Jesús es el Hijo de Dios.
Pero para millones de personas en Occidente y en todo el mundo, desde hace mas de dos mil años Jesús es el Hijo de Dios vivo y es considerado como un padre, un hermano, un amigo y un salvador. Jesús es Dios!

Dios es eterno, por eso no puedo pasar por alto la maravillosa presencia de Jesús en la historia desde siempre, antes de su nacimiento y después de su resurrección.

Jesús dijo: Antes que Abraham fuese, yo soy. (Juan 8:58).

El libro de Daniel, uno de los profetas mayores del judaísmo describe una visión en la que el profeta habla con Jesús, esto sucedió mas de quinientos años antes del nacimiento terrenal del Hijo de Dios:
Y alzando mis ojos miré, y he aquí un varón vestido de lienzos, y ceñidos sus lomos de oro de Uphaz: Y su cuerpo era como piedra de Tarsis, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de metal resplandeciente, y la voz de sus palabras como la voz de ejército. Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo; sino que cayó sobre ellos un gran temor, y huyeron, y escondiéronse.
(Dan 10:5-7)

Juan también describe a Jesús, su mirada y su imponente presencia cuando se le apareció en visión en Patmos de forma similar:

Y en medio de los siete candeleros, uno semejante al Hijo del hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por los pechos con una cinta de oro. Y su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; y sus ojos como llama de fuego; Y sus pies semejantes al latón fino, ardientes como en un horno; y su voz como ruido de muchas aguas.
(Ap 1:13-15)

Quinientos años antes de nacer y unos cincuenta años después de su resurrección Jesús estaba ahí, es el mismo.

Juan agrega: Y sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno entendía sino él mismo. (Ap 19:12)

Aún la forma de saludar, su dulzura y amor, la forma en que da aliento a Daniel puso en evidencia al hijo de Dios cinco siglos antes de nacer:
Y díjome: Varón de deseos, no temas: paz á ti; ten buen ánimo, y aliéntate. (Daniel 10:19)

Las mismas buenas maneras que usó luego de su resurrección con sus discípulos:
Vino Jesús, las puertas cerradas, y púsose en medio, y dijo: Paz á vosotros. (Juan 20:26)

Pero Él es Dios, su presencia es terrible, al punto que quien lo ve cae debilitado a sus pies:

Juan: Y cuando yo le vi, caí como muerto á sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas: yo soy el primero y el último; (Ap 1:17)

Daniel: Quedé pues yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó en mí esfuerzo; antes mi fuerza se me trocó en desmayo, sin retener vigor alguno. Empero oí la voz de sus palabras: y oyendo la voz de sus palabras, estaba yo adormecido sobre mi rostro, y mi rostro en tierra. (Dan 10:8-9)

Tanto Daniel como Juan lo describen como uno semejante a hijo de hombre. Así se autonombraba también Jesús cuando andaba entre las gentes en Galilea, como el "hijo del hombre" (Mt 8:20;Mt 12:8; Mt 12:32; Juan 8:28; Juan 13:31 entre muchos otros).

Daniel lo describe así:
Mas he aquí, como una semejanza de hijo de hombre tocó mis labios.
(Dan 10:16)

y también,

Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí en las nubes del cielo como un hijo de hombre que venía, y llegó hasta el Anciano de grande edad, é hiciéronle llegar delante de él. Y fuéle dado señorío, y gloria, y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron; su señorío, señorío eterno, que no será transitorio, y su reino que no se corromperá.
(Dan 7:13-14)

Dicha descripción corresponde a una visión del futuro, Daniel vió a Jesús viniendo en las nubes del cielo. Jesús mismo también confirmó esta visión cuando declaró quién era y cómo habría de volver. Esto sucedió cuando los sacerdotes del sanedrín que lo juzgaron le preguntaron si Él era el hijo de Dios. Él dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del hombre sentado á la diestra de la potencia de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.
(Mar 14:62).

Verá, me apasiona escribir sobre lo fascinante y maravilloso que es el Hijo de Dios. Acaso será gran cosa para Jesús que habló a Daniel quinientos años antes de Cristo y a Juan 80 años después de Cristo hablarle a usted o a mí 2010 años después de Cristo?

La respuesta es NO!

Jesús se presentó a Daniel y a Juan con un mensaje para nosotros. En la Biblia están estos y muchisimos otros escritos antiguos que están a punto de cobrar toda su vigencia y ser revelados justo para el tiempo de hoy, cuando la misión tiene que ser cumplida. La misión de salvar al mundo.
De salvarlo de atrocidades como la de la foto. De la codicia, la mentira, la venganza, la guerra...
Este es un mensaje de Dios para todo hombre. Él está interesado en que usted y yo sepamos lo que ha de venir con el fin de que le demos la mayor importancia a cada una de nuestras decisiones y seamos artífices con Él del Reino de Dios.

Cuando se le presentó a Daniel junto al río Hiddekel el Señor le dijo:
Soy pues venido para hacerte saber lo que ha de venir á tu pueblo en los postreros días.
(Dan 10:14)

Pues bien, el pueblo de Daniel es el pueblo de los escogidos de Dios, ¿y quienes han sido escogidos sino aquellos que tienen en sí la fe del Hijo de Dios?

Y nuestros días son los postreros días!

Así que Dios formó un pueblo a partir de la revelación de su Hijo Jesucristo, y por medio de Él también da instrucciones precisas para este pueblo en el tiempo final, el cual estamos viviendo justo ahora.

Por eso Jesús le ordena a Juan escribir su revelación:
Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de éstas... (Ap 1:19)

7 Advertencias de Jesús para el Pueblo de Dios en este último tiempo:
  1. Nunca dejes tu primer amor (El amor de Dios).
  2. Nunca desfallezcas ante las pruebas.
  3. Nunca convivas con la fornicación ni con la idolatría, tampoco admitas la acepción de personas ni la discriminación dentro de la iglesia.
  4. Nunca admitas el engaño de doctrinas extrañas, que solo terminarán en perdición.
  5. Procura que tus obras sean perfectas delante de Dios.
  6. Persevera en guardar la palabra y el nombre de Jesús y nunca desmayes.
  7. Se decidido y radical con Dios, expulsa la mediocridad de tu vida. La mediocridad es inaceptable para Dios.

Estas son las batallas que debemos librar, en una guerra que comienza dentro de nosotros pero afecta al mundo entero.

7 Promesas eternas de Jesús para los vencedores:
  1. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.
  2. El vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda.
  3. Al vencedor le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe.
  4. Al vencedor, al que guarda mis obras hasta el fin, LE DARE AUTORIDAD SOBRE LAS NACIONES; Y LAS REGIRA CON VARA DE HIERRO, COMO LOS VASOS DEL ALFARERO SON HECHOS PEDAZOS, como yo también he recibido autoridad de mi Padre; y le daré el lucero de la mañana.
  5. El vencedor será vestido de vestiduras blancas y no borraré su nombre del libro de la vida, y reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles.
  6. Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo.
  7. Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono.
Hemos atisbado la Gloria de Jesús en este corto viaje a través de la palabra de Dios, Pedro, Juan y Jacobo también tuvieron la oportunidad de ver un poco de la Gloria de Jesús mientras Él estaba aún con ellos, antes de su muerte y resurrección. Pero viéndola, vino también la voz de Dios que les ordenó escuchar su voz y guardar su palabra.

Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente.
Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías;
Que aparecieron en majestad, y hablaban de su partida, la cual había de cumplir en Jerusalem.
Y Pedro y los que estaban con él, estaban cargados de sueño: y como despertaron, vieron su majestad, y á aquellos dos varones que estaban con él.
Y aconteció, que apartándose ellos de él, Pedro dice á Jesús: Maestro, bien es que nos quedemos aquí: y hagamos tres pabellones, uno para ti, y uno para Moisés, y uno para Elías; no sabiendo lo que se decía.
Y estando él hablando esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor entrando ellos en la nube.
Y vino una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; á él oid. (Luc 9:29-35)